Internet y la sabiduría universal

 

No voy a ser yo quien hable mal de Internet, pero es una mierda (Oh, wait!). No me malinterpretéis. Tiene huevos que diga esto usando Internet para difundir de forma habitual mi sabiduría, pero es precisamente este motivo lo que me tiene desde hace unos días desconcertado y me da por pensar un poco: si un imbécil como yo, que no sabe nada de casi nada, es capaz de escribir y difundir sus pensamientos sin ningún tipo de vergüenza ni nada por el estilo… Algo no va bien. Cualquiera podrá escribir ¿no? Y no basta con que cualquiera escriba, sino que además escriba bastante —suelo salir escrito de casa—.

Pues lo mismo que ocurre con la escritura, pasa con el audio. Vamos a ver… que Internet mola mucho mucho mucho, pero a veces me agobia que todo el mundo publique sus pensamientos, sus técnicas, su manera de trabajar… Empiezo a temer que esa cantidad de información hará que todos trabajemos de la misma manera y que acabemos sonando muy, muy parecido.

 

Desde el punto de vista del audio, son muchos los portales (qué asco de definición: p-o-r-t-a-l… ¿Pero eso qué es?) que, o bien gratis o bien pagando, te enseñan técnicas para mezclar, grabar o masterizar, cuando lo que realmente están consiguiendo es que todo el mundo termine haciendo lo mismo. Si ves vídeos de productores o ingenieros… visto uno, vistos todos. Somos poco creativos con nuestra verborrea y con nuestra forma de proceder en este oficio: todos decimos lo mismo. Que si lo importante es la tooooma, que si yo ecualizo con los miiiiicros, que (Mes)si la compresión paraleeeeela, que si reamplificaaaaamos, que la distorsión en las piiiiistas. ¡¡¡¡Una mierda y un aburrimiento!!!!

 

Creo que ahora mismo lo más complicado de Internet es encontrar a gente que aporte algo nuevo, ya que en realidad grabar y producir es complicado, aunque sencillo si contamos con el gusto de la persona en cuestión. Sin embargo, de conocimientos creo que vamos sobraos (prasiegos). Vamos, la finalidad de todo esto es vendernos algún producto, generalmente plugins o cursos o qué sé yo —qué sabe nadieee, cantaría Raphael—. Recuerdo una página, de la que curiosamente no recuerdo su nombre, que vendía una especie de pequeños cursos o clinics de mezcla de grandes ingenieros. Hubo dos cursos que me llamaron poderosamente la atención. Trataban de cómo mezclaba el famoso productor de turno. La misma web ofertaba dos tutoriales de 40 dólares (Forty bucks, man) cada uno, en los que te ofrecía, por un lado, cómo ese famoso productor de turno mezclaba in the box y que eso era lo que a él le molaba, además de que no tenía sentido para él ya usar la mesa; pero, por otro lado, había otro tutorial de 40 dólares (Forty f***ng bucks, man!) en el que el famoso productor de turno te explicaba que no había nada como mezclar a través de una mesa. ¿¿¿¿¿¿PERO ESTO QUÉ ES?????? —Me he escrito en los pantalones—.

 

Internet y su exceso de información nos conducen al efecto del centésimo mono —al final va a ser cierto—. Todos usamos los mismos micros, los mismos programas, todos sabemos mogollón (Lennon) y sabemos cómo grabaron las grades canciones de la historia. ¿Quién no tiene en su casa las pistas de los discos clásicos? (Cosa que me parece una aberración, por cierto, yo en mi vida escuché esas pistas porque me parecería una falta de respeto hacerlo). Sinceramente, cuanto más aprendo, más reconozco que mis discos no suenan como los que me gustan. Debe haber algo que me pierdo, y pierdo por el camino y lo que me preocupa es que, a día de hoy, no tengo ni idea por qué. Mira tú, para esto sí que podría haber tutoriales en Internet, porque en mi estudio tengo un equipo mayor que el que habría en esos donde se grabaron los discos cuya producción desconozco. Voy a sumarle a lo material que poseo también más información o que puedo grabar más pistas y modificarlas hasta el aburrimiento… ¿Por qué los discos no suenan mejor? ¿Hay algún productor en la sala? ¿O alguno que escriba?

 

Por supuesto, reconozco que la formación es importantísima. La diferencia de la gente que empieza ahora con la gente que empezó conmigo es brutal. Nosotros no sabíamos nada de nada (como siempre hablo de mí y por mí), y creo que fue bueno. Lo malo es el Audioborreguismo (.es, .net, .com) porque siempre se trata de lo mismo: el que habla de Digital vs Analógico, por ejemplo. Gracias a dios, en esa pequeña complicación de encontrar cosas nuevas, siempre se puede hallar algo diferente, aunque, cuando das con ello y lo compartes, ya deja de ser poco conocido y se transforma en lo mismo: borreguismo. Creo que en el audio tendría que ocurrir como en la magia: truco revelado, chasco asegurado. ¡Ah! ¡Esperad! Otra cosa que me viene a mi prodigiosa mente es: ¿estos gurús nos dirán la verdad o solo medias verdades? ¿Qué pasaría si contaran todo el proceso? ¿Con qué especian sus ingredientes? ¿Acaso se les acabaría el chollo? —No me escribo de ti, sino contigo—

 

Así que my recomendation is learn learn, but pon de ti e investiga.

 

O no, qué sé yo.

 

Paco Loco

Grammy nominated y columnista ocasional del ABC.

Compresiones para-lelas y para-lelos en el Drawmer 1978

Bueno, bueno, bueno…, aquí de nuevo el mago de las palabras al atraaaque otra vez.

Hoy voy a hacer una entrada al lost un poco más técnica de lo que estoy acostumbrado. Y tengo miedo (jingle de trueno)… Porque os voy a confesar (suena el piano de Richard Clayderman de fondo) que estos días me he sentido fatal, ya que he estado trabajando en concreto con dos personas con mucho nivel (excelentes ambas) que tienen un estudio en Madrid y me di cuenta de lo poco que sé. Me abrumaban con los herzios o con los transientes. En un principio, pensaban que lo mío era pose, pero no, soy así. Yo hablo tipo: “Sube los agudos o los graves”; y no: “Atenúa los 3k”; o cosas por el estilo. No sé si seguir así —es morir de amor—, viviendo en la ignorancia o seguir como hasta ahora, viviendo en la ignorancia. Es una duda que me corroe.

Bueno… las modas, las modas. Ahora le toca el turno a la compresión paralela, una técnica muy, muy milenaria que llevo practicando mucho tiempo. ¡Quieto! Con esto no quiero decir que sea un adelantado a mi época, ni mucho menos, lo que quiere decir es que ya soy mayor —por cierto, majorking, el ciudadano que vive en Mallorca, es alcalde y rey al vez—.

Voy a partir de la base de que ya todo el mundo sabe en qué consiste la compresión for lela, pues hoy os voy a hablar de un cacharro que me he comprado, que me ha dejado flipado. El cacharro en cuestión lo fabrica una marca muy antigua que convive entre nosotros de una manera muy natural, conocida como Drawmer, una marca que ya estaba ahí cuando yo empezaba en este mundo, un tiempo en el que Drawmer era sinónimo de prestigio, sobre todo sus puertas de ruido. Pues bien, si tuviera que comparar a Drawmer con algo, sería con las vacaciones.  Y me explico. Siempre que imaginas un viaje, piensas en algo lejano y exótico, aunque sabes que cerca hay algún lugar igual de chulo. Y dices: “Vámonos a Suecia, porque a Canarias podemos ir en cualquier momento”. Al final te vas a Suecia. Pasaste frío, fue caro, pero no estuvo mal. Pero igual, si te hubieras ido a Canarias, donde pasaste calor y resultó más barato, hubiera estado mejor. En relación a esto de viajar, os comento una anécdota de la vida real:
Hace tres años fue el cumpleaños total de Muni (como todos los años) y decidimos hacer un viaje espectacular. Empezamos a buscar destinos: que si Suecia, que si Dinamarca, que si Luxemburgo…, para al final acabar en en El Rompido de Huelva. Pues para que os hagáis una idea, ¡¡¡fue súper guay ir Huelva!!!, ya que es el típico sitio al que al final nunca vas porque, como está aquí al lado, siempre piensas en que puedes ir en cualquier momento. Pues no. Ese lugar lejano y exótico, que imaginaste durante horas, nunca será Huelva. Pues para mí, Drawmer es El Rompido, o sea, el típico equipo que por su precio y calidad podría haberlo comprarlo en cualquier momento, aunque nunca lo hacía.

Un día mientras leía sobre novedades cacharriles, vi el 1978. Andaba buscando un compresor estéreo para mis compresiones paralelas y apareció este.

—”¿Y qué nos importa a nosotros lo que lees mientras estás en el baño?”, os preguntaréis. Dejadme que os explique—.

Uso mucho la compresión paralela en la batería, en las guitarras, en la voz y en el bajo. Como en la voz y el bajo uso compresores mono, buscaba un compresor estéreo, no dual, mono; por lo que el Drawmer me ofrecía estas posibilidades y más. Entre sus características veo que tiene un control de saturación que, según cómo lo configures, puede saturar bastante, de una manera muy chula. Además, cuenta con un control de frecuencias, por lo que puedo liberar o aumentar la  compresión según en qué frecuencias esté interesado, muy práctico si quiero soltar un poco el bombo, o el típico problema que hay con la compresión en los platos, y así liberar la compresión en esas frecuencias que a veces molestan. El compresor también tiene un control de blend que permite elegir el balance entre compresión o limpio, así puedo hacer la compresión paralela en el propio aparato. Cuando le conté a Sergio Castro que había pensado en  encargarle uno, me dijo cuál era el precio, en un primer momento no me lo podía creer —«Oh, my God! I can’t believe it», grité en un perfecto inglés—. Encima es el compresor más barato que tengo y funciona guay. Pensé: “Jolín, no siempre hay que gastarse grandes cantidades de dinero para tener un equipo de primera clase”. Eso sí, el único problema que tiene es que te gustaría tener más y más (para los de mi generación parece la canción de Heidi).
En fin, que me gusta Drawmer, tanto para la compresión paralela, como para el Bus Estéreo.

Haré un vídeo documentando mis palabras.

Va acompañado de un genial vídeo (como no = anorexia)

Más responsabilidad que el presidente del Gobierno

Hou-hou-hou-hou. Feliz Natividad.

Este será mi última entrada de este año. Después de unos cuantos artículos de una genialidad extrema, me adentro en un nuevo artículo llevado a lomos de mi increíble Intel-lento.

Qué parecido tan grande tiene el productor o técnico al presidente del Gobierno, ¿verdad? Para empezar, ahora siempre tiene que estar en campaña electoral a través de las redes sociales, el caralibro y todo eso,
sin parar de hacer promesas erectorales —puedo prometer y prometo—, o tomándonos fotos con los grupos con los que coincidimos de “casualidad”, como cuando los políticos besan a los niños —yo beso a los músicos que vienen al estudio— y toda esa mierda. Oye, no me refiero a los niños ni a los músicos como mierda, evidentemente. Una vez que acaba la campaña, cuando ya sales elegido, vienen los pactos (Donald, Lucas, soy de ambos). Estos duran tooooda la legislatura (que puede ser de 6 a 15 ¿años? ¿meses? ¿semanas? en mi caso dias).Primero pactas los  presupuestos, luego me toca el turno de tener que pactar con los diferentes grupos: el grupo-baterista, el grupo-guitarrista, y así . En mi caso, son un poco locos. Los pactos locos —qué gran nombre para una banda—. Una vez lo hemos consensuado todo, empezamos con la grabación.
Y es aquí donde comienza nuestra carga de responsabilidad similar a la de un presidente del Gobierno, o, incluso, más. Es muy típico, y con razón, que nos quejemos en nuestro ámbito personal (estoy hablando de política), que todos tengamos nuestros puntos de vista particular para la situación que nos ha tocado vivir. Aún así, no voy a dar un discurso político…

¡Atención! ¡Paren las rotativas! ¡Reiniciad Internet!

(Aparece por la puerta del fondo el candidato. Baja las escaleras con cierto estilo. Se acerca al pedestal donde están los micrófonos. Los medios que cubren la rueda de prensa están a la espectativa. El candidato va a comenzar a hablar).

(Flas, Chas, Clas, Flas, Ratatacatatacara —es el ruido de las cámaras sacando fotos—).

El candidato: —Aunque me gustaría presentarme a presidente del Gobierno, no me gustaría ser elegido. Pienso que muchos comparten mi postura incluso diría que alguno se los que se presentan a las elecciones de hoy en dia.No quiero ser ni presidente de mi comunidad de vecinos, ni si quiera de mi casa, así que ya veis cuál puede ser mi interés… La cosa es que me imagino que, mientras las personas normales como yo (jajajajajajajaj —pero si yo soy un genio… saben aquel que diu—) ocupamos parte de nuestro tiempo en pensar en nuestros problemas,  nos olvidamos de que existen otros igual de importantes, y es ahí precisamente donde tenemos que ser buenos.

(Se aleja el candidato entre aplausos. Mientras sube la escalera de vuelta, recuerda que ha olvidado ponerse pantalones.)
Al pactar con el grupo-batería tenemos que dejarlo satisfecho, pero luego, con el grupo-guitarras, no debemos ser menos, sin que el grupo-batería se resienta y así sucesivamente. Pero aparte de que se queden contentos, tenemos que pensar en llegar a cubrir esos pactos, y empezamos con cosas que no se ven ni se oyen pero que están ahí: niveles de grabacion óptimos, fases de los instrumentos, fases de la reverb, compresión adecuada, ecualizacion…
Aquí es donde un buen presidente se debe mover como pez en el agua, el que es capaz de que todo el mundo esté contento, sin olvidarse de nada.

El cableado, la limpieza de los cabezales, el manteninemto del estudio…, en fin, esas pequeñas cosas que no se ven pero que tienen que funcionar perfectamente para que todo suene como queremos.

Cuando uno mezcla tiene que estar lo más concentrado posible para que esas pequeñas cosas no pasen desapecibidas. Así todo irá mejor.
Muchas veces los pequeños detalles marcarán la diferencian entre los grandes técnicos. No nos confundamos con técnicos grandes, ya que, por lo menos en ese apartado en el que me incluyo, será el único que aspiro a cumplir de mi programa erectoral.
Vota Paco (Grammy Nominated)

Para el próximo disco…

Hola chichos y chicas.
Hacía —Belén vaaa una burra Rin, Rin…— mucho que no escribía en el blog. Principaypal-mente por una falta de tiempo y por una falta de inspiración a la hora de escribir. Amigos, ya estoy seco como escritor (cara triste), ya no me queda de qué escribir (cara triste con una lágrima), pero poco a poco irán aflorando temas (cara alegre con las mejillas rojas) relacionados con el estudio, que traten más con el comportamiento y la actitud de los que van a grabar, que de la técnica durante la grabación.

Entonces, como quiero empezar ya a hablaros de dicho comportamiento, hoy voy a tratar las proposiciones que algunos músicos se hacen después de acabar su disco.

Para muchos, el final de un disco es como un parto interminable, en el que, nada más decir se acabó, se empiezan a tantear nuevos retos, como el que se plantea sus propósitos de año nuevo y, para obligarse a cumplirlos, decide escribirlos de su puño y letra en un bloc. Agarra un boli, pasa la tapa por las anillas superiores y escribe con buena letra: “Este año que viene, dejo de fumar. Iré al gimnasio. Dejaré de engañar a mi pareja. Cagaré menos. Y, por último, prometo salir a correr.” Luego deja el boli, cierra el bloc, y se dice para adentro: “Ya si eso empiezo el día 2.” ¿Cuál es el resultado? Pues proposiciones que, generalmente, no se llegan a cumplir. Digo g-e-n-e-r-a-l-m-e-n-t-e.

Sí. En los discos pasa un poco lo mismo. Una vez que los grupos dan el disco por terminado, suelo escuchar en aquellos que se les hizo cuesta arriba la grabación: “Oye, para el próximo disco solo acústica y voz.” O también: “Para el próximo disco nos trabajamos algo más crudo.” Oh oh oh oh.

Se marcan tantos propósitos para “disco nuevo” que, al final, g-e-n-e-r-a-l-m-e-n-t-e noise cumple. Básicamente, porque los discos, desde mi punto de vista, no se pueden plantear de esta manera. Estos, al fin y al cabo, no dejan de ser un cúmulo de influencias de todo un año, durante el cual, los gustos van cambiando. Sí, es verdad que, cuando empiezas a componer, podrás ir haciéndote una idea de hacia dónde quieres ir, e, incluso, puedes llegar a plantearte si girará en torno a un concepto determinado, pero no debes partir del despecho que te produjo la grabación interminable —never end recoooording, a-a-aa, a-a-aa, a-a-aaaa— del disco anterior, porque igual el siguiente acaba siendo más traumático.

Tenemos que asumir nuestros aciertos, pero también nuestros errores. Y con nuestra experiencia, intentar ser mejores en cada disco. Sí. Digo ser mejores. Nosotros. Que eso es fácil de conseguir. Lo difícil vendrá cuando queramos que nuestros discos den ese salto de calidad y sean mejores, porque para eso dependeremos de otros factores, como la inspiración.

Así que asumid: ¡menos proponer y más hacer!

Lo dice un Grammy Nominated

Convertirnos en lo que odiamos

¡Ay! Cómo pasa el tiempo y cómo son las cosas… Resulta que ahora, mientras grababa, me asalta el pensamiento de que todos mis gustos actuales se basan en todo lo que antes aborrecía.

Supongo que a eso lo llamarán moda o cansancio de la rutina (Turner) o qué sé yo, pero lo que sí es cierto es que cuando empezaba me gustaba el sonido vivo y odiaba a tope esas baterías muertas con trapos y a lo loco, con gates y todo eso. Pues cómo son las cosas que ya hace mucho que empecé a grabar con esos trapos… Tengo la sensación de que aquello que odiaba, ahora me flipa.

Te meten la idea de que para grabar tienes que hacerlo con esto o con lo otro, y, al final, sin darte cuenta, entras en un redil sin salida, o eso crees; sin embargo, cuando la encuentras, abres la puerta de una patada y logras salir, te das cuenta de que no todo tiene por qué ser tan académico como lo pintan.

Siempre oí que para grabar guitarras eléctricas tenía que ser por ampli, pero ahora resulta que las grabo por línea y… MOLA, y si le añado una distorsión de línea mola más. ¿¿¡¡¡Y qué me decís de esos amplis que ni regalados los queríamos!!!?? ¡¡¡¡¡Como el Jazz Chorus!!!!! —por dios quiero uno ya, ¡¡¡¡¡¡¡no puedo vivir sin él!!!!!!!—

Todos odiábamos los cassettes, todos queríamos un DAT o lo que fuera, y, ahora, fijaos cómo son las cosas que… ¡¡¡mezclo con CASSETTE!!! Qué guay. Cuanto más lo odié en su momento, más me gusta ahora. Fijaos hasta qué punto me corre por las venas las ganas de cambio que, el otro día, estaba planteándome comprar un teclado de esos que se cuelgan como una guitarra… ¡¡¡¡¡Es que me molan!!!!! O, esperad, ¿qué me decís de una guitarra sintetizada Roland? ¡¡¡¡¡Cómo la odiaba, dios!!!!! No me reí ni nada de la gente que la tenía… ¿¿¿¿¿¿¿¿¿Dónde puedo encontrar una????????? Tú, sí tú, el que lee esto, ¿tienes una? Y si no, ¿sabes dónde puedo pillar una? Necesito mierda de la buena porque soy un yonki de lo retro. AHHHHHHH!!!!!

(Un segundo, que me relajo… Que me calmo… Respiro…)

¿Y las producciones de los  80 y algunas de los 70? Cómo puedo hacer para soñar como Duran Duran con el Ascot (con sus pamelas y todo) que me daban.

En fin, que el pasado es el futuro —”The times they are a changing”, diría Bob—, que nos convertimos en lo que odiamos, y de ahí que esa enfermedad del audiógenes resulte tan importante, porque uno, tarde o temprano, se acaba arrepintiendo de haber vendido ese chorus que ahora tan bien le vendría.

Ahora me encuentro en el proceso de comprar equipos vintage digital, cosas retro de 12 y 16 bits. Quiero esas reverbs y esos grabadores. Odio la high-definition… hoy. Ya veré dentro de unos años.
Si hay algo que os parezca antiguo que vayáis a tirar ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ESPERA!!!!!!!!!!!!! Dámelo que yo lo usaré, no sé si ahora, pero lo usaré… Pues no me arrepiento ni nada de haber vendido cosas…

Estribillos estribillos estribillos ¡¡¡¡¡¡¡qué pasa con las estrofas!!!!!!!

De un tiempo a esta parte, los grupos y compañías de discos solo quieren estribillos y estribillos y estribillos; por lo que no le debería extrañar a nadie que las canciones se hayan convertido en una sucesión de acordes como de excusa para llegar al momento culmen —que colma—: el estribillo. Se supone que el estribillo —sí, repito mucho “estribillo” como los estribillos de las canciones— será el elemento clave para  que la canción se escuche y tú te hagas popular. Ya no sé si se dice vender discos, o bajar discos, o me gustan o o o o o o o  (si lo lees con música aquí tendrás un estribillo de hoy en día).
La diferencia de tener una canción excelente a una con gancho se basa en que tengamos una canción con un estribillo guay, pero con una estrofa aún más guay todavía. Cuando oímos esas canciones míticas que tanto nos flipan, solemos olvidar que llevan unas estrofas que superan totalmente al estribillo, ya que este se encarga de colofonar (o sea, ser el colofón) el desarrollo de la estrofa, su evolución lógica.

Pero de ahí, a lo que nos encontramos hoy en día, va un mundo, ¿cómo puede ser que las estrofas sean un simple trámite para llegar cuanto antes al ohhh, ye yo ye o algún sonido onomatopéyico que aparece, hasta decir basta, en estribillos que escuchamos en la actualidad? —Y lo digo por experiencia—

Hagamos más inca pie en lo más difícil del tema: las estrofas y los puentes. ¿Que por qué son lo más difícil? Pues porque si te pones a pensar …

(¿Estás pensando?)

resulta más complicado componer alguna de esas otras partes de la canción que un estribillo que todo el mundo cantará o tarareará.

Todo esto lo llevo pensando desde hace mucho tiempo, pero el otro día veníamos de tocar y pusimos el Rubber Soul (sí, lo sé, llamadme clásico si queréis) y empezamos a diseccionarlo. La verdad es que era tarde y no sabíamos otra manera de no dormirnos, así que empezamos a flipar, otra vez, con las canciones del disco y si hubo algo en lo que todos coincidimos fue en las melodías tan espectaculares de las estrofas, hasta algunas nos hacían olvidar los tremendos estribillos.

En fin, vivan las estrofas que, al fin y al cabo, suelen ocupar más tiempo en la canción, por lo que debemos centrarnos más en ellas para que sean mejores.

Y YA NO HAY MAS DISCUSIÓN ON ON ON ON ON ON ON

Conoce bien a tus músicos

  • Ola k ase (sé que es antiguo y que está pasado, pero yo lo descubrí hace poco) en el blog K ase

Hoy voy a intentar diseccionar a través de un estudio nada minucioso algo que será muy valioso para el futuro de la humanidad. Voy a hablar de ¡¡cómo se comportan!! los músicos de un grupo: los baterías, los bajistas, o los cantantes.
Todo esto lo diré desde el cariño, así que espero que nadie se enfade por esto.

El batería

Sobre todo, tenemos que entenderlo, ya que, el pobre, está sometido a un gran estrés, básicamente porque se pasa el día dando golpes, así que será normal que termine medio tocado y que no esté muy allá. Dentro del grupo, suele ser el más chiflado y raro. Imaginaros que vais a la cocina y empezáis a zurrar con un rodillo todos los calderos, acabaríais locos ¿o no? Suponed entonces que tenéis que hacerlo varios días, semanas, meses, e incluso, años seguidos sin parar. Hasta bastante cuerdos están ¿no creéis?

Por lo general tienen una querencia brutal a los platos. Sería un shock para ellos quitarles la sensación de ese chirrido cósmico que producen los platos, que los hace estar en una burbuja sónica a la cual nadie puede acercarse. Tengo entre manos un diseño, que aún está en fase beta, en el que los platos expulsan el sonido hacia el batería. Estoy plenamente convencido de que así se cortarían un poco más.

Otra característica del batería es que, como suele estar aislado, tiene la sensación de que la canción está vacía y por eso intentan rellenarla lo máximo posible, se ven en una especie de compromiso, de responsabilidad con ella. Ah, bueno y ¡luego muchos piensan que por ser baterías pueden ser percusionistas! —esta frase la aprendí de Ken Stringfellow de The Posies—. Como si el guitarrista pudiera tocar el violín simplemente porque tiene cuerdas. Sí, realmente se trata del que más papeletas tiene, pero no tiene por qué ser el más adecuados para ello.

El bajista

El guitarrista

Bueno, bueno, b-u-e-n-o; con la inglesa hemos topado. El más tikismikis y los tonys del grupo, generalmente el compositor de las canciones y más maniático de todos. Su guitarra o guitarras son lo más importante, para ellos no existe nada más. Habitualmente no escucha lo que hacen los demás, toooodo el tiempo dibujando, parece que tiene implantado en el cerebro un chip que le impide escuchar nada más que lo que toca, aunque creo que ni eso, ya que, curiosamente, durante la mezcla siempre quieren que su instrumento suene más fuerte. Por lo tanto, ¿cómo es posible que sin escuchar al resto, siempre piensen que la guitarra no esté lo suficientemente alta? Se nota que es quién compone las canciones porque suelen empezarlas todas. ¿Y la manía de los solos? Por favor, qué #%¿$!# manía. ¿Por qué todas las canciones tienen que llevar un solo? Ojo, que lo digo yo que soy guitarrista, o mejor dicho, chapurrista —dícese de la persona o animal que chapurrea la guitarra—.

El teclista

Este miembro no es muy habitual, por lo menos en los grupos que grabo. Suele ser el que estudió música y con el que siempre sale la conversación de que tiene la carrera de piano, 6 años de violín y 5 de dedos negros tercer dan. En un principio, la gente puede pensar lo increíble que supone contar con este tipo de grandes estudiosos; sin embargo, en la mayoría de las veces se convierte en una pesadilla, porque, a no ser que tenga cultura de pop o rock, suelen estar muy perdidos. Sinceramente, prefiero los que tienen de 1 a 3 años de estudio musical, eso son guays, pero de 3 en adelante ya me dan miedo. A esto debemos sumarle que viven en un mundo virtual de sonidos imposibles, con unos nombres de sonidos impronunciables: “Para esta canción voy a poner un sonido que se llama creamy heaven o ¿prefieres wild pussy, o quizás chateau spectrum?” ¡Déjame en paz y pon uno que sea el que vas a utilizar en la canción! Por lo tanto, cuantas más posibilidades, peor.

El cantante

Bueno, este no sabría bien cómo definirlo, pero lo que sí puedo comentar es que a todos, a medida que se acerca la hora de cantar, les entra un virus o un catarro bien cargado de mocos que se les cura justo cuando acaban de cantar. Hay que esperar su momento, no puede ser de mañana, ni después de comer, ni en la merienda, ni, ni, ni, ni. “¿Ahora te parece bien? Genial. Qué afortunado soy. Cuando quieras. Te doy la entrada. Uno, dos, tres…” y aparece la afinación. El cantante suele apreciar desafinaciones donde no las hay y viceversa. Sumémosle su inseguridad con la mezcla a la hora de buscar el plano: “¿Está fuerte? … bájalo … no, no, súbelo … no, déjalo como antes … no, dale un poco de reverb… o delay … ¿y si la distorsionamos?” Una locura, ¿verdad? Pero es una locura que se basa en que no les suele gustar su voz. Lo mismo que le pasaba a John Lennon, que tuvo que inventar cosas porque no le molaba su voz.

En fin, he querido elaborar una especie de radiografía general de la gente que acaba en un grupo y que se junta para grabar. Espero que a nadie le moleste, porque, en todo momento, el relato se basa en mi persona, aunque he cambiado los nombres para no sentirme aludido.

Bye

A mí siempre me dijeron que mezclar no era bueno

Hola otra vez.

Hoy voy a hablar del moustrou de la grabación al que todos tememos: LA MEZCLA. Jajajajajajajaja
(risa de miedo a tope de reverb, rollo película).
Si nos ponemos técnicos, deberíamos tener en cuenta que la mezcla no es lo más importante, a diferencia de la captación del instrumento que sí lo es, ya que con una buena captación conseguiremos llevar a cabo una mezcla, por lo menos, más agradable, aunque esto no quiere decir que vaya a ser mejor, sino que nos facilitará el trabajo.

En fin, hablemos un poco de la mezcla. ¿Qué es la mezcla? Pues ni más ni menos que eso, mezclar las pistas que hemos grabado, ensamblarlas unas con otras, un proceso que se puede hacer de muchas maneras, aunque, generalmente, la buena es una. Entonces, ¿por qué la tememos? Básicamente, porque las cosas ya empiezan a ser definitivas y ¿qué hay más terrorífico que algo definitivo? Jajajajajajaja (de nuevo una risa de película con reverb).

Os voy a hablar de cómo veo este asunto de la mezcla. Para mí, en líneas generales, se trata de un proceso muy rápido y es que, como mínimo, suelo mezclar 3 canciones por día, aunque lo normal son unas 4 o 5 o, lo que es lo mismo, 1 canción cada 3 horas. A veces, cuando las termino, me siento algo extrañado porque, en el momento de empezarla, siempre imagino que va a sonar guay y, cuando ya casi lo tengo, después de hacer los típicos retoques, ese “Creo que va a sonar guay” se transforma en “¡Mi madre, qué paquete soy!” por lo que al final tengo que quedarme con la opción que menos menos me disgusta.

A pesar de todo, me encanta creer que mis mezclas son mezclas con vida, con instrumentos ocultos que, con el paso del tiempo, el que escuche la canción acabará descubriendo. Si ya habéis leído mis anteriores post, sabréis que suelo aprender mucho de los grupos que vienen al estudio y es por eso que hace ya unos años estaba grabando a un grupo que me gustaba mucho, Carrots. Recuerdo que, en un momento de la grabación, me comenta Willy: «Paco, esto es para grabarlo, pero luego no debería escucharse en la mezcla». En ese instante pensé “menudo tío, que chorrada más grande. Si no quiere que se escuche, que no lo grabe”. Al final lo grabamos y caí en la cuenta de que lo único que no era acertado en aquel momento era la definición, ya que no se oye, sino que se escucha. Si lo quitabas, faltaba algo; en cambio, si no lo eliminabas, aportaba un “yo que sé” a la mezcla, aunque no se oyera mucho a simple oreja. Todo esto para decir que en la mezcla nos podemos encontrar con arreglos e instrumentos que no se tienen por qué escuchar a la primera, que tendrá que pasar el tiempo y, de repente, un día, te darás cuenta de que había algo que no habías escuchado en anteriores reproducciones.

No hay muchas cosas que se digan de mí y que me molesten. La verdad es que tengo asumido lo que soy (miércoles). Pero sí me molesta bastante cuando recibo como halago «Qué guay está la mezcla. Se escucha todo» (a no ser que se trate de una guitarra sola o un piano y voz). No ha terminado de decir “todo” que ya estoy tirando todo abajo y empezando de nuevo.

Las mezclas son para disfrutarlas para que así se vuelvan creativas y divertidas. Esas son las que me gustan, cuando de repente te sorprende un simple movimiento de algo que te transporta a un lugar que no esperabas. En la mezcla no existen sonidos altos o bajos, sino que todo se encuentra dónde y como lo queremos. Es más, recomiendo mezclar y no volver a escuchar la mezcla hasta dos o tres años más tarde. Vale, ya sé que mucha gente es impaciente, pero es un buen ejercicio.

Hay discos clásicos de los que incluso sus autores opinan que están mal mezclados; sin embargo, nadie se da cuenta porque como el disco lo conocimos así, no percibimos esa mezcla tan mala de la que ellos hablan. Me parece un error ¡¡¡TERRIBLE!!! —si lo leíste temblando la voz, mejor— volver a mezclar los discos clásicos. ¡Eh, tú! ¡Sí, tú! El que está leyendo esto. Atiende: los discos mezclados, ni tocarlos.

Como diría Golpes Bajos: “No los toques, por favor”

Me encantan las mezclas analógicas. Sé que la mayoría de la gente piensa que el con el ordenador todo funciona mejor, pero ya sabéis que a mí me gustan más lo minoritario. También estoy al corriente de que hoy en día se valora muchísimo retocarlo todo hasta el último detalle; aún así, yo prefiero escuchar bien la canción y darme cuenta en el momento de lo que está mal, y así arreglar lo que consideré que no iba por buen camino. Me gusta pensar que hemos conseguido la mezcla buena, en la que un golpe de bombo más alto o más bajo no va ha hacer que la canción mejore o empeore.

También hoy existe la preocupación por la remezcla. Recuerdo que estaba grabando un grupo y antes de mezclar estaban pidiendo días para la remezcla. ¡¡¡¡¡¡¡PERO ES QUE ESTAMOS LOCOS!!!!!!! Hay que disfrutar el momento —¡Oh capitán, mi capitán!—.

Ahora estoy empezando a cogerle el gusto a mezclar, a ver lo que me dura.